Las fotos en la dinámica de la reforma social Por el Padre Frank Pavone
Una pregunta curiosa
Recientemente le hice la siguiente pregunta a un representante de una de las principales redes informativas del mundo secular: "¿Por qué no le mostramos al pueblo de Estados Unidos lo que es un aborto?" El representante quedó intrigado ante la pregunta y tuvimos un buen intercambio acerca de ello. Me sugirió seguir preguntando sobre este asunto, tanto privada como públicamente.
Tengo la intención de hacerlo.
Pregúntele a cualquier televidente a través de Estados Unidos si ha visto algún tipo de operación quirúrgica. Casi todos levantarán la mano afirmativamente. Pero si a esos mismos televidentes usted les pregunta cuántos han visto un aborto en los mismos canales, nadie levanta la mano. Sin embargo, el aborto es la cirugía que se practica con más frecuencia en Estados Unidos. Algunos dicen que se trata de una práctica médica legítima y, de hecho, la consideran parte integral de la salud femenina. Pero, ¿verla en la televisión?, ¿quitarle el velo del eufemismo y del discurso abstracto? ¡De ninguna manera!
Sin embargo, hay una pregunta que es aún más fundamental y problemática, a saber: ¿por qué tanta gente que se opone al aborto también se opone a que éste sea visto tal cual es?
Es verdad que cuando se van a mostrar imágenes de un aborto y de lo que éste le hace a un bebé, es necesario hacerlo de tal manera que el público esté preparado para lo que va a ver, así como para colocar el asunto en el contexto de la compasión que la Iglesia muestra hacia aquellos que son culpables de un aborto. Uno de los vídeos más conocidos sobre el aborto es "Realidad más dura" (actualización de la versión previa titulada "Dura realidad"). El empaque que contiene este vídeo tiene también un manual que proporciona instrucciones claras acerca de cómo preparar al público. Se le explica a la gente, por ejemplo, que no se le está pidiendo a nadie que vea algo que no quiera ver, se les invita a estar atentos al respecto. El vídeo no tiene ninguna narración, para que la gente ni siquiera tenga que oír lo que no desea escuchar. (A propósito, el vídeo ha sido utilizado con muy buenos resultados en distintas iglesias.)
Sin embargo, aún con todas esas medidas, todavía hay una gran resistencia a la idea de que debemos mostrar el mal tal cual es, sacándolo a la luz del día para que se vea a simple vista.
Una herejía: para tener éxito tenemos que caer bien
Parte de esa resistencia, de seguro, es una de esas herejías siempre antiguas y siempre nuevas de que para tener éxito tenemos que caerle bien a la gente. He escuchado muchas veces que no podemos mostrar fotos del aborto, porque la gente se volverá contra nosotros y luego no podremos persuadirla de la verdad de nuestro mensaje.
Pero, ¿qué evidencia concreta tenemos para decir que la ira inicial ante el mensajero impide que se transmita el mensaje? Más aún, ¿es cierto que el público estará siempre enojado con el mensajero? Aquí es suficiente con señalar que la experiencia de aquellos que siempre usan imágenes crudas del aborto les ha enseñado que el mensaje sí le llega a la gente, esté enojada o no, y que una vez que ese mensaje entra en la cabeza, es imposible sacarlo de ella.
Nuestro Señor sencillamente no siguió la doctrina de que un ministerio, para tener éxito, exige que le caigamos bien a la gente. De hecho, Jesús prometió que la fidelidad a Él (esto es, el "éxito" en ser sus discípulos), garantizaría la persecusión. Por supuesto, es un error utilizar tal garantía como pretexto para la imprudencia, la insensibilidad o la falta de preparación. Pero el no prestarle atención a esta promesa del Señor es correr el riesgo de separar nuestro ministerio del único contexto en el cual en última instancia tiene sentido alguno: la vida y el ministerio de Jesucristo.
Nuestro éxito dependerá más de ser respetados que de caer bien. El respeto no surge de hacer aquello que agrada a los demás, sino de hacer aquello que, a los ojos de los demás, se caracteriza por la coherencia con los principios, el valor y la inmunidad ante la tentación de cambiar como hacen las veletas ante el impacto del viento.
Que seamos dignos de las promesas de Cristo...
Cuando pedimos ser "dignos de las promesas de Cristo", sería bueno recordar que una de esas promesas es que seremos odiados por su causa. Algunas de los textos bíblicos que lo atestiguan son los siguientes:
"Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre..." (Mateo 10:22); "Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien...por causa del Hijo del Hombre" (Lucas 6:22); "Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia" (Mateo 5:10); "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas" (Lucas 6:26); "El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros..." (Juan 15:20); "...¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que desee ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios" (Santiago 4:4).
Un Evangelio individisible
Algunos pudieran objetar, sin embargo, que estas promesas de persecuación no tienen nada que ver con mostrar imágenes del aborto, sino con la proclamación del Evangelio de la salvación. Pero esa objeción está mal fundada, porque establece una diferencia demasiado grande entre el Evangelio de la salvación y la oposición a la injusticia. El Evangelio dice bien claro que el amor de Dios no puede permanecer en nuestros corazones si excluimos a nuestro prójimo de ese amor (véase 1 Juan 3:17; Mateo 25:31-46), y que seguir a Cristo hasta la salvación significa cumplir con lo que Él nos ha mandado, lo primero de lo cual es evitar el derramamiento de sangre inocente (véase Mateo 19:18).
La proclamación del bien exige la denuncia del mal (Efesios 5:11). El Papa Juan Pablo II ha explicado abundantemente en su Encíclica El Evangelio de la Vida, que hoy en día hay una urgencia muy particular de prestar atención a los pecados contra la vida misma; especialmente los pecados del aborto y de la eutanasia. La Iglesia ha afirmado que su enseñanza en estas materias "permanece inmutada y es inmutable" (Pablo VI, Discurso a los participantes al XXIII Congreso Nacional de los Juristas Católicos Italianos, 9 de diciembre de 1972, citado en Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación, 22 de febrero de 1987, Parte I, número 1 y en Juan Pablo II, El Evangelio de la Vida, 25 de marzo de 1995, número 62).
Al mismo tiempo el movimiento proaborto ha declarado que el "derecho a elegir" es absoluto y que "no hay vuelta atrás". La fórmula para una lucha intensa y prolongada ha sido establecida. No podemos sustraernos a ella y no tenemos otro sitio a dónde ir sino hacia delante en la gran tarea de transformar la sociedad. Los obispos de Estados Unidos han pedido que se preste atención, de manera urgente y prioritaria, al aborto como "un asunto de derecho humano fundamental para nuestros tiempos" (Resolución sobre el aborto, 7 de noviembre de 1989; véanse también Plan pastoral para las actividades provida: una reafirmación, 1985; y Vivir el Evangelio de la Vida, 1998). En pocas palabras, hay un sólo Evangelio, y éste es indivisible. El Evangelio de Jesucristo es el Evangelio de la Vida.
Aprendamos de otros movimientos de reforma social
Si estudiamos los movimientos de reforma social, encontraremos que éstos siempre denunciaron la injusticia contra la cual luchaban, y que ello constituyó una clave integral de su éxito.
El movimiento de los derechos civiles, por ejemplo, fue incentivado cuando un niño de 14 años de edad, Emmett Till, fue muerto y arrojado en el Río Tallahatchie. Las autoridades quería enterrar el cadáver lo más rápido posible, pero la madre del chico insistió en que durante el funeral se mantuviese abierto el féretro, para que el mundo pudiera ver lo que le habían hecho a su hijo. Los estadounidenses de la raza negra de todas partes vieron el cuerpo mutilado cuando la foto del mismo fue divulgada en la revista Jet.
Mientras la segregación permanecía escondida balo el velo del eufemismo, o se comentaba sólo con palabras, no podía incentivar la oposición necesaria para vencerla. Pero cuando la injustica compareció ante las cámaras de la televisión de Estados Unidos, mientras nuestros hermanos y hermanas de la raza negra eran atacados con perros, mangueras de presión y otras formas de violencia, la gente vio el mal que las meras palabras no podían transmitir.
En la Biblioteca del Congreso hay una exhibición de alrededor de cinco mil fotografías que fueron tomadas por Lewis Hine en medio de otra lucha por la justicia. Hine utilizó estas fotos para combatir la explotación industrial de los niños. A aquellos que se quejaban, les decía: "Quizás usted esté harto de ver fotos de niños que sufren la explotación laboral. Muy bien, todos nosotros también lo estamos. Pero nos proponemos hartarlos a usted y al resto del país a tal extremo que cuando el momento de actuar llegue, este tipo de explotación infantil será cosa del pasado".
Los funcionarios del gobierno han sido muy conscientes del poder de las fotos para el cambio social. El Presidente Woodrow Wilson se aseguró de que ninguna foto de la carnicería que tuvo lugar en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial llegara a ser vista por el público. Estas mismas fotografías fueron utilizadas luego por los aislacionistas para intentar que Estados Unidos se mantuviera fuera del II Guerra Mundial. El Presidente Franklin D. Roosevelt estableció una sección especial llamada Administración de Seguridad de Granjas para usar 250,000 fotos para vender la idea de sus programas de asistencia social.
Los que se dedican a forjar la opinión pública tampoco han subestimado la necesidad de mostrar la injusticia de forma gráfica. Recordemos cómo la película "La lista de Schindler" ha sido utilizada para informar a la juventud acerca del holocausto. Algunos se han quejado de que mostrar de forma tan gráfica este tipo de violencia puede perjudicar emocionalmente a los niños. Sin embargo, los que apoyan este tipo de filme dicen que se debe tomar más en cuenta la necesidad de impedir que este tipo de violencia vuelva a ocurrir.
La edición del 8 de julio del diario Los Angeles Times informó acerca de los esfuerzos realizados en la secundaria Jefferson High School para detener la violencia en las calles. Se les mostró a los estudiantes diapositiva tras diapositiva que mostraban a las víctimas destrozadas por las balas.
En un juicio, la evidencia fotográfica desempeña un rol crítico. "No hay cuadros sinópticos ni palabras que puedan transmitir lo que estas fotos manifiestan," dijo el fiscal Brain Kelberg en una disputa en torno a si las fotografías de las víctimas apuñaleadas podría ser mostradas al jurado del juicio a O. J. Simpson. La defensa ripostó diciendo que las fotos eran tan deprimentes y nauseabundas que no debían ser mostradas. En vez de ello, se sugirió el uso de diagramas y cuadros sinópticos. Pero el juez decretó que se permitieran las fotos.
Se podrían multiplicar los ejemplos, desde los esfuerzos por crear conciencia en la gente acerca de las hambrunas o los horrores de la Guerra de Vietnam, a los esfuerzos de los ambientalistas y los defensores de los derechos de los animales, para concienciar al público del abuso al medio ambiente y al resto del mundo subhumano.
¿No es hora ya de tener el valor de denunciar la injusticia del aborto de la misma manera que lo han hecho existosamente los movimientos de reforma social del pasado?
Una conclusión carente de evidencia
La palabra "aborto" ha perdido prácticamente todo su sentido. Ni siquiera la descripción más vívida, en meras palabras, puede transmitir de forma adecuada el horror de este tipo de violencia. El aborto ha sido endulzado por una demagogia que oculta su horripilante naturaleza. Lo que una persona provida está pensando cuando habla del aborto y lo que el estadounidense promedio está pensando cuando escucha esa palabra son dos cosas muy distintas.
Una de las principales razones por las cuales el movimiento provida no avanza es porque a menudo afirmamos en público que el aborto es un acto de violencia, pero al mismo tiempo no presentamos la evidencia que llevaría a la gente a esa conclusión. La evidencia fotográfica es la fuente más confiable de información en cualquier campo. Trasciende las palabras y la lógica y va directo al corazón, donde la gente puede sentir la motivación que la mueva a actuar, en vez de simplemente llegarle a la cabeza, donde la gente pasivamente piensa en todo tipo de conceptos sin necesariamente asumir un compromiso.
La gente absorbe las impresiones en vez de la sustancia. Aunque una foto es solamente una tajada de la realidad, si es la tajada correcta, ésta capturará la esencia destilada de un evento de una forma en la que nada más podrá hacerlo. Una foto es aún más poderosa que un vídeo, ya que es la diferencia entre 30 imágenes por segundo y una imagen por cada 30 segundos.
La Primera Enmienda tiene un precio
El hecho de que el uso de ciertas imágenes es perturbador no significa que esté mal. Los derechos relativos a la libre expresión garantizados en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos aplican aún a la expresión considerada perturbadora, como en repetidas ocasiones el Tribunal Supremo lo ha decretado (véase El derecho a protestar, ACLU: Gora et al.). Este tipo de perturbación es el precio que tenemos que pagar por la libertad. La gente también puede sentirse perturbada, incómoda o enojada por el silbar de la sirena de una ambulancia que atraviesa el vecindario a toda velocidad. Sin embargo, ese ruido tiene un propósito: la vida de la gente está en peligro y a la ambulancia hay que darle el derecho de vía.
Conclusión: nuestro ministerio y la reforma social
Como resultado del estudio cuidadoso de la dinámica de la reforma social, un número significativo de sectores del movimiento provida se aprestan para lanzar una serie de inciativas importantes para mostrarle al público, en formas nunca antes empleadas, la realidad fotográfica de la violencia del aborto. Ello causará un impacto en la Iglesia, lo cual constituirá un reto para los sacerdotes. Hemos sido llamados y ordenados para ser profetas de la justicia. Cuando la injusticia más grande que existe es denunciada en medio de nosotros, tenemos la necesidad de estar listos para responder. Podemos responder no con la cobardía que echa de lado la necesidad de denunciar la injusticia, sino con el valor de aprender de los movimientos de reforma social del pasado, y rechazar la herejía de que tenemos que caerle bien a la gente para tener éxito.
Para obtener más información visite el portal
www.abortionNo.org.
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